lunes, 14 de diciembre de 2015

Roque Dalton en Respuesta a David Escobar Galindo



Poema que le contesto Roque Dalton (La violencia aquì)  a David Escobar Galindo (El Duelo ceremonial por la violencia) al principio de la Década de los 70´s



ROQUE DALTON (escribe en respuesta)
A José David Escobar Galindo,
* «Perra de Hielo».

En El Salvador la violencia no será tan sólo
la partera de la Historia.

Será también la mamá del niño-pueblo,
para decirlo con una figura
apartada por completo de todo paternalismo.

Y como hay que ver la casa pobre
la clase de barrio marginal
donde ha nacido y vive el niño-pueblo
esta activa mamá deberá ser también
la lavandera de la Historia
la aplanchadora de la Historia
la que busca el pan nuestro de cada día
de la Historia
la fiera que defiende el nido de sus cachorros
y no sólo la barrendera de la Historia
sino también el Tren de Aseo de la Historia
y el chofer de bulldozer de la Historia.

Porque si no
el niño-pueblo seguirá chulón
apuñaleado por los ladrones más condecorados
ahogado por tanta basura y tanta mierda
en esta patria totalmente a orillas del Acelhuate
sin poder echar abajo el gran barrio fuerteza cuzcatleco
sin poder aplanarle de una vez las cuestas y los baches
y dejar listo el espacio
para que vengan los albañiles y los carpinteros
a parar las nuevas casas.





Húndete en la ceniza, perra de hielo,
Que te trague la noche, que te corrompa
La oscuridad; nosotros, hombres de lágrimas,
Maldecimos tu paso por nuestras horas.

Más que las sombras francas, como las minas
De un campo abandonado, furia alevosa;
La luz no te conoce, por eso estamos
Doblemente ofendidos de lo que escombras.

Por la sangre en el viento, no entre las venas,
Donde nazcas, violencia, maldita seas.

Caminamos desnudos hacia el destino,
Nos juntamos en valles de ardiente idioma
Y si la estrella olvida su edad sin mancha,
Si el fuego se abalanza con sed inhóspita,
Si el rencor enarbola ciegas repúblicas,
Cómo hablarán los días de justas formas.

¡Ah silencio infranqueable de los violentos,
nunca seremos altos si nos dominas,
nunca seremos dignos del aire inmune,
nunca seremos ojos llenos de vida,
sino que en lava inmunda vegetaremos,
entre un sol de gusanos que se descuelgan,
mientras la sangre brota de mil espejos,
oscureciendo el agua con sangre muerta.

Por la sangre en el agua, no entre las venas,
Donde nazcas, violencia, maldita seas.

No, no intentes doblarnos sobre otro polvo,
No sacudas las hojas de nuestras puertas,
Te lanzamos, hirviente, todo lo vivo,
Todo lo humano y puro que nos preserva.

No, no confundiéramos savia y vinagre;
Los ojos se te pudran, te ahogue el humo,
Las ciudades se cierren igual que flores
Inviolables al solo recuerdo tuyo.

Roja peste, violencia, nada ni nadie
Será habitante claro donde tú reines;
Desdichada agonía del hombre falso,
Húndete en la ceniza, sorda serpiente.

Las espaldas, los pechos te den la espalda;
Cierren tu paso frentes, ojos, ideas.
Es tiempo de sonidos que instalen música.
No, no asomes tu río de manos negras.

Por la sangre en el polvo, no entre las venas,
Donde nazcas, violencia, maldita seas.

Ah si el violento asume la ley del aire,
Si aprieta en hierro impuro vidas y haciendas,
Si desala sus pozos de hambre sin dueño,
Si desenfunda el cáncer de su inconsciencia.

Por el mundo, qué huida de espesos pájaros,
Qué castillo de savias que se derrumban;
En el río revuelto, redes sin nombre,
Y en la tierra apagada fieras que triunfan.

¡Pero no! Estamos hechos de sangre viva,
y de huesos más hondos que el desatino;
no hay vigilias que rompan alma de humanos,
ni cinceles, ni látigos, ni colmillos.

Húndete en la ceniza, perra de hielo,
Que te trague la noche que te procrea;
Por la sangre en el viento, no en su recinto,
Dondequiera que nazcas, ah dondequiera,
Sin descanso de estirpes, años y mares,
Sin descanso, violencia, maldita seas.

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